■ Funcionamiento y diagnóstico de fallos en los volantes bimasa

Los fabricantes aconsejan reemplazar el volante cada segundo cambio de embrague o cada 100.000 km.



El sector de la automoción está siempre en continuo desarrollo y perfeccionamiento debido a que los conductores demandan vehículos cada vez más potentes, seguros, confortables y eficientes. Estas necesidades, sumadas a las normativas anticontaminación, la creciente conciencia ecológica y la necesidad de reducción del consumo, generan exigencias que los fabricantes resuelven con avanzados sistemas que permiten que los vehículos tengan, por ejemplo, motores más pequeños, incluso con menos cilindros (tres, o incluso dos) y, sobre todo, mayor potencia a bajas revoluciones.
No obstante, estas tendencias incrementan el nivel de vibraciones del motor, cuya amortiguación es el elemento diferenciador fundamental del volante bimasa. Sin ella, la reducción de consumo que exigen las normativas Euro no sería posible en su totalidad.
El volante bimasa, doble volante amortiguador (DVA) o Double Mass Flywheel (DMF), es un tipo de volante motor diseñado para funcionar con los componentes de la cadena cinemática, el motor y la caja de cambios, y está destinado a proporcionar mayor confort de marcha al eliminar las vibraciones de la cadena cinemática y evitar resonancias no deseadas. En vehículos que carecen de este sistema, estas vibraciones se distribuyen por el resto del auto, lo que influye en la fiabilidad y durabilidad de sus componentes. En un sistema con volante motor único, éste suele ubicarse entre el embrague y la mecánica.
Cuando se suelta el embrague, ambas masas giran al unísono transmitiendo el par desde la mecánica a la transmisión. Al desembragar (pisar el pedal de embrague), la masa secundaria aumenta la inercia de la transmisión porque proporciona un movimiento circular, de tal modo que el posterior acople es menos brusco. Además, cuando circulamos a velocidades bajas, los muelles situados entre ambos volantes mitigan también parte de las vibraciones. 

Verificación de estado
La tarea de comprobar su estado cuando está montado en el vehículo es imprecisa, porque la verificación exacta solo se puede llevar a cabo con útiles especiales y, normalmente, en estado desmontado. Lo habitual, no obstante, es que el volante o masa primaria (situado en el lado del motor) y secundaria (ubicada en el lado del embrague y la caja de cambios) puedan girar manualmente una contra otra. La trayectoria de giro del secundario, en el sentido de las agujas del reloj, es de diez milímetros aproximadamente, igual que en sentido contrario, si se mide por el diámetro exterior del volante motor bimasa. La superficie de fricción de la masa secundaria (10) no debe ser rectificada. De existir una holgura de torsión a izquierda y derecha superior a este valor (en todo caso respetar las indicaciones del fabricante), se debe de sustituir el volante. Además, existe la comprobación de la holgura axial por la que el volante secundario debe girar por sí solo de nuevo a la posición inicial.

Limpieza adecuada
En la manipulación de este mecanismo se debe tener en cuenta especialmente su limpieza, para la que es preciso emplear únicamente trapos sin aceite ni grasa y nunca un limpiador de alta presión, vapor, ni pulverizadores de líquidos de limpieza, puesto que el uso de limpiadores inadecuados podría provocar que la suciedad, o los agentes de los detergentes, penetraran en el interior del volante motor, causando su corrosión y perjudicando la lubricación interna, lo que provocaría un desgaste todavía mayor.

Mal mantenimiento
Un volante bimasa en mal estado puede dar lugar, como resultado, a problemas, daños o roturas en otros componentes del vehículo, como el cigüeñal o la caja de cambios. Así, por ejemplo, un sobrecalentamiento debido a una conducción inadecuada, dejando el embrague medio desembragado, causa  a la larga el deterioro de la grasa de amortiguación y deja que las piezas del volante bimasa trabajen en seco. El uso de tornillos demasiados largos al montar el plato del embrague puede provocar que se bloqueen el volante primario y el secundario, anulando la amortiguación de vibraciones y ruidos.
En cuanto a la caja de cambios, la rotura se produce por un exceso de vibraciones en la misma. Los primeros afectados son los rodamientos y los sincronizados, pues ambos sufren un importante desgaste prematuro al no haber sido diseñados para soportar este nivel de fuertes inercias. Dicho desgaste produce marcas provocdas por la fricción y, finalmente, el deterioro en los rodamientos de la caja, originando arenilla y la destrucción por completo del componente.

Sustitución

Los fabricantes aconsejan reemplazar el volante cada segundo cambio de embrague, o cada 100.000 km si coincide con la sustitución de la pieza. Sin embargo, algunos como LUK, por ejemplo, desaconsejan la sustitución del volante bimasa por uno rígido. Si en un mantenimiento se cambia el conjunto del embrague y se conserva el volante, sus componentes, que sufren desgaste, podrían dar lugar a un deterioro prematuro del embrague. Además, se deben reemplazar siempre los tornillos de fijación, pero respetando sus pares de apriete, tal y como sugieren las indicaciones del fabricante.