Los fabricantes aconsejan reemplazar el volante cada segundo cambio de embrague o cada 100.000 km.
El sector de la automoción está siempre en
continuo desarrollo y perfeccionamiento debido a que los conductores demandan
vehículos cada vez más potentes, seguros, confortables y eficientes. Estas
necesidades, sumadas a las normativas anticontaminación, la creciente
conciencia ecológica y la necesidad de reducción del consumo, generan
exigencias que los fabricantes resuelven con avanzados sistemas que permiten
que los vehículos tengan, por ejemplo, motores más pequeños, incluso con menos
cilindros (tres, o incluso dos) y, sobre todo, mayor potencia a bajas
revoluciones.
No obstante, estas tendencias
incrementan el nivel de vibraciones del motor, cuya amortiguación es el
elemento diferenciador fundamental del volante bimasa. Sin ella, la reducción
de consumo que exigen las normativas Euro no sería posible en su totalidad.
El volante bimasa, doble volante
amortiguador (DVA) o Double Mass Flywheel (DMF), es un tipo de volante
motor diseñado para funcionar con los componentes de la cadena cinemática, el
motor y la caja de cambios, y está destinado a proporcionar mayor confort de
marcha al eliminar las vibraciones de la cadena cinemática y evitar resonancias
no deseadas. En vehículos que carecen de este sistema, estas vibraciones se
distribuyen por el resto del auto, lo que influye en la fiabilidad y
durabilidad de sus componentes. En un sistema con volante motor único, éste
suele ubicarse entre el embrague y la mecánica.
Cuando se suelta el embrague, ambas
masas giran al unísono transmitiendo el par desde la mecánica a la
transmisión. Al desembragar (pisar el pedal de embrague), la masa
secundaria aumenta la inercia de la transmisión porque proporciona un
movimiento circular, de tal modo que el posterior acople es menos brusco.
Además, cuando circulamos a velocidades bajas, los muelles situados entre ambos
volantes mitigan también parte de las vibraciones.
Verificación de estado
La tarea de comprobar su estado cuando está
montado en el vehículo es imprecisa, porque la verificación exacta solo se
puede llevar a cabo con útiles especiales y, normalmente, en estado desmontado.
Lo habitual, no obstante, es que el volante o masa primaria (situado en el lado
del motor) y secundaria (ubicada en el lado del embrague y la caja de cambios)
puedan girar manualmente una contra otra. La trayectoria de giro del
secundario, en el sentido de las agujas del reloj, es de diez milímetros
aproximadamente, igual que en sentido contrario, si se mide por el diámetro
exterior del volante motor bimasa. La superficie de fricción de la masa secundaria
(10) no debe ser rectificada. De existir una holgura de torsión a izquierda y
derecha superior a este valor (en todo caso respetar las indicaciones del
fabricante), se debe de sustituir el volante. Además, existe la comprobación de
la holgura axial por la que el volante secundario debe girar por sí solo de
nuevo a la posición inicial.
Limpieza adecuada
En la manipulación de este mecanismo se debe
tener en cuenta especialmente su limpieza, para la que es preciso emplear
únicamente trapos sin aceite ni grasa y nunca un limpiador de alta presión,
vapor, ni pulverizadores de líquidos de limpieza, puesto que el uso de
limpiadores inadecuados podría provocar que la suciedad, o los agentes de los
detergentes, penetraran en el interior del volante motor, causando su corrosión
y perjudicando la lubricación interna, lo que provocaría un desgaste todavía
mayor.
Mal mantenimiento
Un volante bimasa en mal estado puede dar
lugar, como resultado, a problemas, daños o roturas en otros componentes del
vehículo, como el cigüeñal o la caja de cambios. Así, por ejemplo, un
sobrecalentamiento debido a una conducción inadecuada, dejando el embrague
medio desembragado, causa a la larga el
deterioro de la grasa de amortiguación y deja que las piezas del volante bimasa
trabajen en seco. El uso de tornillos demasiados largos al montar el plato del
embrague puede provocar que se bloqueen el volante primario y el secundario,
anulando la amortiguación de vibraciones y ruidos.
En cuanto a la caja de cambios, la rotura se
produce por un exceso de vibraciones en la misma. Los primeros afectados son
los rodamientos y los sincronizados, pues ambos sufren un importante desgaste
prematuro al no haber sido diseñados para soportar este nivel de fuertes
inercias. Dicho desgaste produce marcas provocdas por la fricción y,
finalmente, el deterioro en los rodamientos de la caja, originando arenilla y
la destrucción por completo del componente.
Sustitución
Los fabricantes aconsejan reemplazar el
volante cada segundo cambio de embrague, o cada 100.000 km si coincide con la
sustitución de la pieza. Sin embargo, algunos como LUK, por ejemplo,
desaconsejan la sustitución del volante bimasa por uno rígido. Si en un
mantenimiento se cambia el conjunto del embrague y se conserva el volante, sus
componentes, que sufren desgaste, podrían dar lugar a un deterioro prematuro
del embrague. Además, se deben reemplazar siempre los tornillos de fijación,
pero respetando sus pares de apriete, tal y como sugieren las indicaciones del
fabricante.