Los coches manipulados, cuyo rodaje real suele superar en decenas de miles de kilómetros los reflejados en el cuadro de instrumentos, pueden ocultar graves deficiencias.
La manipulación de los
cuentakilómetros es una artimaña bien conocida llevada a cabo para aumentar el
valor de un vehículo de segunda mano o maquillar el exceso de kilómetros
recorridos por un automóvil, por ejemplo en los casos de leasing o renting. Esta
mala práctica, ilegal y perjudicial tanto para el comprador de un auto usado
como para los centros de compra-venta, se realizaba antes con la ayuda de un
simple destornillador o un taladro. Actualmente, no obstante, rejuvenecer un
vehículo implica el uso de equipos más sofisticados aplicados a un conector
OBD. Además, “el equipamiento necesario para la falsificación de los kilómetros
se consigue por menos de 200 euros y su utilización es muy sencilla. Basta con
conectar el dispositivo al coche, teclear los kilómetros deseados y listo”, según
comentó Markus Sippl, responsable técnico de automoción del Club
Automovilístico Alemán (ADAC), a la publicación especializada Krafthand. Por
otra parte, se utilizan máquinas y programas actuales que no dejan huellas de
la operación en otras unidades de control.
Problemas ocultos
Externamente
no siempre se puede apreciar la verdadera edad de un auto. Y es que, en muchas
ocasiones, se les hace un lavado de cara antes de su venta y se sustituyen
ciertas piezas desgastadas, como el volante o el pomo de la caja de cambios,
por unos en mejor estado comprados en plataformas de internet que dan un
aspecto renovado al vehículo. No obstante, esa fachada puede ocultar
diferencias notables entre los kilómetros reales y los manifestados en el
cuadro de instrumentos. Además, y lo que es peor, esa variación numérica no es
la única consecuencia de esta práctica, ni la más perjudicial. El gran
inconveniente son los problemas encubiertos que se derivan de ocultar la
verdadera edad y desgaste del vehículo: lubricantes pasados de sus límites de
caducidad, mantenimientos fuera de su fecha de revisión, la rotura de las
correas de distribución y un estado técnico del automóvil con sus consecuentes
averías que no corresponde en absoluto con el esperado.
Protección deficiente
Un estudio
llevado a cabo por el equipo de investigadores del Departamento de Multimedia y
Seguridad de la Universidad de Magdeburgo (Alemania), en el que se experimentó
con la electrónica de un Audi Q7, un Mercedes Clase E y un Volkswagen Passat,
ha llegado a la conclusión de que la protección contra la manipulación de la
electrónica en dichos vehículos es deficiente. Una de las principales razones
es que, aunque ya están implantadas desde hace tiempo tecnologías avanzadas
como el Hardware Security Module (HSM o módulo de Seguridad Hardware) en las
unidades de control, los fabricantes no las activan. Esta circunstancia se
repite, ciertamente, entre muchas o casi todas las firmas de automóviles. Por
esa razón, y naturalmente sin la intención de abrir camino a los estafadores,
los fabricantes “facilitan” la realización de esta artimaña. Y es que
desprotegen estos sistemas electrónicos contra la manipulación para mantener
abierta la posibilidad de tocar los cuentakilómetros antes de que el vehículo
sea entregado al concesionario en caso de realizar algún recorrido de prueba
más extenso de lo esperado. De esta manera evitan que el coche tenga ya 40 ó 50
kilómetros en el momento de su venta (cosa que ocurre en pocas ocasiones y se
prefiere no tener que dar explicaciones a los clientes).
Primeras respuestas
Como
consecuencia, y ante la imposibilidad de encontrar diferencias superficiales
entre un auto manipulado de otro que no lo ha sido, las soluciones que se están
aplicando, o se quieren imponer, incluyen la anotación de los kilómetros del
vehículo en las estaciones de la Inspección Tércnica de Vehículos (ITV) cuando
éste pase su inspección periódica. De este modo, quedará documentada la cuantía
de los mismos. Además, se espera que en el futuro se complique o imposibilite
aún más la manipulación de los cuadros de instrumentos.
FOTO: Adac.