El diésel, que actualmente supone el 91% de la flota, pasará a
representar el 86% en los próximos cinco año.
Las empresas españolas, aunque no son ajenas a la demonización que de
un tiempo a esta parte sufren los motores diésel en un intento por convertir
las ciudades en entornos más saludables, no tienen en sus planes renunciar al
gasoil. Concretamente, se producirá un cambio paulatino y muy progresivo que les
llevará a reducir en cinco puntos su representación en la flota, pasando del
91% actual al 86% en el horizonte 2021, a un punto por año, según revela la
última edición del Observatorio del Vehículo de Empresa (CVO) promovido por
Arval, compañía de movilidad de BNP Paribas.
De esta forma, el estudio –realizado entre cerca de 3.000 gestores de
flotas de pymes y grandes empresas de doce países para determinar las
tendencias actuales y futuras del vehículo de empresa- pone de manifiesto que
el diesel seguirá siendo el motor más representativo entre las empresas, a
pesar de las incertidumbres creadas en torno a este combustible, las posibles
restricciones al tráfico en las grandes ciudades o una supuesta penalización
fiscal por ser más contaminantes. De hecho, el parque español, en términos
generales, está completamente dieselizado, máxime cuando actualmente casi seis
de cada diez matriculaciones corresponden a motores de gasoil.
Además, el informe revela que este aprecio por el diesel no es
exclusivo de las corporaciones españolas, sino que se trata de un
comportamiento generalizado entre las compañías europeas. De esta forma, si
España apenas recortará en cinco puntos su flota corporativa de vehículos de
gasoil, Europa sólo la reducirá en tres, hasta representar el 79% del total en
los próximos cinco años.
La
“dieselización” territorial
Sin embargo, los sentimientos por el diesel son muy desiguales entre
los diferentes territorios europeos, existiendo una cierta relación entre las
medidas anunciadas por los distintos gobiernos hacia esta motorización y las
decisiones de las empresas con respecto a su política de flota.
De esta forma, Francia, aunque
seguirá contando con más de un 80% de flota diesel, se erige como el estado que
en términos porcentuales más reducirá el peso del gasoil, recortándolo en
apenas 1,6 puntos dentro de cinco años, lo que demuestra que campañas como la
emprendida por el Ayuntamiento de París hace ahora dos años y que avanzaba el
fin de la circulación del diesel por la ciudad de la luz para 2020 no “asustan”
a las compañías galas.
Le sigue Bélgica, que recortará un escaso 0,6%, a pesar de que Amberes
ha sido la primera ciudad europea en imponer en firme límites a la circulación
de los vehículos más contaminantes a partir del próximo mes de enero; por
detrás, se sitúa Reino Unido, con un retroceso del 1,2% para los próximos cinco
años, pese a que también se barajan propuestas en torno a la creación para 2020
de una zona de bajas emisiones en Londres, por la cual los coches más limpios
podrán circular gratuitamente, mientras que el resto, deberán pagar.
Con la mirada puesta en los “cero emisiones”
Paralelamente, esta ligera caída del diésel favorecerá a las
tecnologías alternativas por representar las opciones más eficientes. De esta
forma, las empresas afrontan el futuro con la mirada puesta principalmente en
vehículos híbridos y eléctricos, que duplicarán su representación en las flotas
en los próximos tres años.
Aunque el crecimiento es significativo, las empresas españolas todavía
se sitúan en la parte baja de la tabla, muy lejos de países como Holanda, Reino
Unido y Francia, donde cerca de la mitad de las compañías contarán con híbridos
como solución de movilidad en el próximo trienio. En los Países Bajos, por
ejemplo, no sólo cuentan con una importante red de infraestructuras de carga
rápida, sino con una ayuda de hasta 10.000 euros para la compra de este tipo de
coches, haciendo que resulten mucho más rentables.
En el caso de los eléctricos, Holanda y Francia ocuparán de nuevo
puestos de cabeza, donde el porcentaje de empresas con vehículos enchufables
rondará el 40% en los próximos tres años, debido a que cuentan con mayor apoyo
público que en España. Según el director del CVO, Manuel Orejas, “al margen de
los obstáculos que todavía deben salvar las tecnologías alternativas en España,
la tendecia es clara: las empresas siguen apostando por el diésel aunque
caminan cada vez más hacia vehículos más “limpios” porque, al fin y al cabo, la
conciencia ecológica se está ligando también a una conciencia económica,
demostrando que poner en marcha iniciativas que reduzcan la contaminación no
sólo es mejor para el entorno y la salud, sino también para el ahorro de
costes. Los cambios drásticos en estos comportamientos vendrán dados por
factores externos como la legislación o las exigencias a los fabricantes”.
Fuente y esquema: Observatorio del Vehículo de Empresa (CVO)